La culpa
Alejandro Romero era como las otras personas. Tenía pelo rubio, ojos celestes y ese día andaba sólo por la calle buscando una cafetería. Él estaba sentado en un lugar muy tranquilo, cerca de Palermo y de repente Ale, como le decían los seres queridos, decía: ´´auxilio” ¡me están llevando!. Él estaba muy nervioso porque no sabía lo que estaba pasando pero luego, se dio cuenta que lo tenían secuestrado.
Recuerda que estaba en una combi color naranja y dentro de la misma se encontraban dos delincuentes, uno de ellos tenía puesto un jeans color azul; un peircing en la nariz, también usaba cadenas en los bolsillos y tenia tatuajes. El otro tenía un aro negro en su oreja, usaba zapatillas rojas y usaba un cortado rapado. Alejandro estaba preocupado por su novia cuyo nombre es Florencia ya que sufría de ataques cardiacos.
El secuestrador llama a la familia de Alejandro y le pide que le den $5.000 porque sino le dispararían en la cabeza. Al día siguiente, el secuestrador vuelve a llamar pero lo atiende su novia, la cual no sabía nada de lo sucedido. El malviviente le dijo a Florencia que no llamara a nadie, ni a la policía porque sino su novio no contaba el cuento. Pero, la mujer muy asustada y sin saber que hacer no hizo otra cosa que marcar al 101. Ella le comentó al policía lo que le habían pedido y le contó detalle por detalle las palabras del chorro.
La noticia salió publicada inmediatamente por todos los programas, también radio y diario. Los delincuentes al ver esa situación no tuvieron otro remedio de cumplir con lo que le habían dicho a la mujer. Ellos, sin sangre en las venas, le quitaron la vida a Alejandro. Ni siquiera pensaron un minuto en el daño que le podía causar a la familia.
La mujer de él, Florencia, se sentía culpable por lo que le había sucedido a su novio. Se puso muy nerviosa, empezó a temblar y de tantos ataques se quedó sin respiración.
Fin
Enzo Ferrari
Cuentos realistas elaborados por alumnos de 1er. año E.E.S.Agraria Nº1, a cargo de la profesora Estefanía Silva
Un mal momento
Caminaba tranquilamente por la calle cuando de repente me asaltó un chico.
Me dijo:
- dame la plata- flaco. O te reviento…
El delincuente me apuntó en la cabeza con un revolver. Yo obviamente que estaba tan asustado, que le di toda la plata que tenia. En ese momento, él me llevó a un descampado y me pegó con un palo en la cabeza .A partir de ese instante, yo no recuerdo nada lo que me sucedió.
Después de ese terrible accidente, ocasionado por ese “señor”, me desmayé.
Lo único que recuerdo, que antes de ese hecho, yo iba apresuradamente a la casa de mi amigo Fernando a terminar los deberes de matemática. Y, mientras yo caminaba -muy detenidamente-, un chorro, que salió por medio de los arbustos, me asaltó. Él era rubio; alto tenía un jeans color negro; remera azul; zapatillas y gorra roja.
El delincuente salió corriendo rápidamente, y yo me fui a la casa de Fernando muy asustado. Los padres de él me tranquilizaron y me llevaron nuevamente a mi casa en su auto.
FIN
Juan Ignacio Morales